- María Carrasco Alva
Distopía: del papel a la realidad

Redactado por: Maria Fe Carrazco
Editado por: Nicole Ramos
En las últimas décadas, el paradigma social se ha transmutado. Con el paso del tiempo, hemos dejado de idealizar la realidad. Ya no fabricamos utopías con la misma frecuencia de antes, ya no soñamos con ese mismo espíritu ni deslumbramiento. Las distopías se han apoderado de la literatura, el cine y, en general, de toda perspectiva. ¿A qué se debe esto? ¿Acaso el pesimismo y el escepticismo se han impregnado en nuestra manera de concebir al mundo? Pareciera que el ser humano ha dejado de tener aspiraciones a lo grande y ahora solo le interesara retratar eventos que pueden acabar con la humanidad. Manipulación, consumismo, totalitarismo, corrupción, enfermedades mortales, inteligencia artificial, control, mortalidad, pérdida de la individualidad a expensas de la masa... Estas son solo algunas de las nociones imperantes que ilustran un mundo distópico.
La dicotomía utopía-distopía contiene un trasfondo histórico-cultural sustantivo. Inicialmente, en 1516, Tomás Moro introdujo el concepto mediante la publicación de su célebre obra Utopía (Krotz, 2020). La publicación resultó transversal, ya que el neologismo greco-latino “utopía”, que significaba “en ninguna parte”, se convirtió en lo que entendemos como el género utópico —representación ficticia de una sociedad perfecta, idónea y sin fallos— (Bidegain, 2010). Asimismo, esta obra tuvo dos críticas notables. Unos decían que estaba construida con componentes imaginarios, empero con matices racionales y con convicción en el optimismo humanista, la razón humana y la bondad humana intrínseca (Ponch, 1988, como se citó en Bidegain, 2010). Otros, en cambio, sustentaban que la Utopía de Moro escondía una paradoja, pues exhibía a su mundo como utópico cuando en el fondo era distópico. Sea como fuera, el autor predijo en sus escritos múltiples aspectos que las sociedades modernas adoptarían en los siglos posteriores.
Más adelante, Stuart Mill acuñó el término “distopía” durante un discurso emitido en 1868. Este concepto hacía referencia a un proyecto excesivamente abyecto para ser realizado o implementado. De acuerdo con Burgos (2018), “En la distopía el autor emite un discurso presentando una serie de disvalores o antivalores vividos en la sociedad, pero maximizados con el fin de producir el efecto contrario que provocan las utopías” (p.67). Por otro lado, cabe preguntarse, ¿por qué surge la tendencia a la distopía? Una de las respuestas a dicha interrogante es porque no hubo una correspondencia tangible entre la realidad y la visualización de la sociedad perfecta. Esto generó un malestar por el ensueño de la utopía clásica. Asimismo, el hecho que emergiera una necesidad de sustituir las utopías por novedosos modelos ficticios capaces de poner en tela de juicio el futuro también fue un factor determinante a la tendencia distópica de nuestra realidad.
A razón de lo mencionado anteriormente y dados los catastróficos eventos de la Primera Guerra Mundial, el ser humano se comenzó a percatar del lado destructivo de de la idea de progreso (Meijide, 2013). En efecto, años después de la Segunda Guerra Mundial, además de la imposición de regímenes autoritarios y fascistas, se escribieron elogiadas novelas distópicas. Mediante esta corriente se retrataron sociedades desesperanzadoras y devastadoras que advertían sobre los peligros potenciales de las ideologías y conductas de nuestra sociedad actual. En 1932, Huxley publicó Un Mundo Feliz, en el cual presentó a un mundo cuasi-perfecto en donde todas las demandas eran satisfechas artificialmente; sin embargo, no existían libertades individuales. Posteriormente, en 1984, Orwell publicó una novela que puso en relieve la propaganda masiva y la manipulación que los Estados podían ejercer sobre el individuo. En este sentido, resulta curioso cómo ambas novelas del siglo XX anticiparon, en gran parte, lo que sería el mundo moderno. En adición, si bien a primera vista pareciera que los trabajos de Orwell y Huxley se contraponen, pues Orwell parte de una premisa distópica y Huxley de una utópica, en realidad ambos autores escribieron sus propias versiones de los conflictos en el futuro, lo que sería su punto de convergencia. En primer lugar, ambos escritores acertaron en sus predicciones sobre un futuro determinado por armas de destrucción masiva —armas biológicas y nucleares— (Portafolio, 2019). En segundo lugar, los dos plantearon que Estados Unidos sería la potencia que dominaría el mundo y que promovería el consumismo económico. No obstante, esto es debatible, dado el auge de China en los últimos años y el crecimiento exponencial de otras naciones en el mundo —por ejemplo, Rusia y Alemania—.
Igualmente, podemos enumerar muchas películas basadas en libros con visiones distópicas: La Naranja Mecánica, Matrix, Maze Runner, Equilibrium, Los Juegos del Hambre, entre otros. Este último filme, por ejemplo, traslada a la audiencia a un futuro indeterminado donde una nación está dividida en 12 distritos, pero todos gobernados por el Capitolio. La trama consiste en que cada año se organiza un espectáculo televisivo llamado Los Juegos del Hambre en donde los participantes deben matarse entre sí hasta que quede solo un vencedor. En efecto, esta película deja en evidencia la ambición, la moralidad, las asimetrías sociales y la privación de la libertad de expresión, todos ellos elementos componen gran parte de la realidad de varios países en pleno siglo XXI. El concepto de libertad en Venezuela y Panem es similar. Por un lado, en Los Juegos del Hambre cualquier disidente que hiciera o dijera algo en contra de las normas impuestas por el Capitolio, recibía un balazo en la cabeza o era torturado. Por otro lado, en Venezuela cualquier crítico del respectivo régimen es encarcelado o asesinado.
Ahora, ¿por qué debe preocuparnos la existencia de dichos escenarios? Porque tal vez un mundo distópico es lo que más se acerca a la realidad y menos a la ficción. Las obras distópicas combinaban sátiras y crítica social para plasmar la relevancia de valores como la libertad, responsabilidad moral y dignidad. Lamentablemente, ya no necesitamos leer este tipo de novelas para sentir escalofríos y conmoción. Basta con ver las noticias o entrar a redes sociales para ser espectadores de atrocidades que ocurren por todo el mundo. Presenciamos cómo el consumismo se va apoderando de nuestros patrones de vida, cómo en ciertos países los derechos fundamentales son violentados sin un ápice de remordimiento, cómo la lógica maquiavélica del fin justifica los medios reina en la mente de funcionarios públicos. En definitiva, la dicotomía utopía-distopía se ha trasladado a una esfera más pragmática. Y, si bien no podemos privarnos de ser grandes soñadores, hay que reconocer que no somos seres infalibles. Debemos procurar defender nuestras libertades individuales y abogar por el cuestionamiento de todos los presupuestos y dispositivos que nos rodean, porque, de lo contrario, acabaremos viviendo en una sociedad deshumanizada, antiética, monótona y homogénea.
«La dicotomía utopía-distopía se ha trasladado a una esfera más pragmática. Si bien no podemos privarnos de ser grandes soñadores, hay que reconocer que no somos seres infalibles. Debemos procurar defender nuestras libertades individuales y abogar por el cuestionamiento de todos los presupuestos y dispositivos que nos rodean, porque, de lo contrario, acabaremos viviendo en una sociedad deshumanizada, antiética, monótona y homogénea.»
«Debemos defender nuestras libertades individuales y abogar por el cuestionamiento de lo que nos rodea, porque, de lo contrario, acabaremos viviendo en una sociedad deshumanizada, antiética, monótona y homogénea.»
Bibliografía:
Bidegain, G. (2010). La utopía de Tomás Moro: Una sociedad disciplinaria. Revista Pléyade, (6), 2-26. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3427711
Burgos, V.M. (2018). Utopía y distopía: De la obra literaria al ideal de la sociedad (Tesis para optar al grado de Magíster en Filosofía, Universidad de Concepción). Repositorio de la Universidad de Concepción. http://repositorio.udec.cl/bitstream/11594/3448/4/Tesis_Utopia_y_distopia_de_la_obra_literaria.Image.Marked.pdf
Krotz, E. (2020). América Latina a principios del siglo XXI: entre distopías y utopías. Redalyc, 14 (28), 86-109. https://www.redalyc.org/journal/1411/141164253003/html/
Meijide, N. (2013). Distopía: ¿Realidad o ficción? Le journal International. https://www.lejournalinternational.fr/Distopias-Realidad-o-ficcion_a1268.html
Portafolio (2019). Orwell o Huxley: ¿En qué distopía vivimos hoy?. https://www.portafolio.co/tendencias/orwell-o-huxley-en-que-distopia-vivimos-hoy-525644