- Scarlett Terry Arias
¡El Perú lo cambias tú!

Redactor: Diego Sánchez
Editor: Flavio Abanto
El bicentenario de la fundación de nuestra República se encuentra cara a cara con una de las elecciones más complicadas e importantes de nuestra historia. En efecto, estos comicios no son solamente importantes por suceder en medio de una de las mayores crisis del siglo XXI o por enfrentar dos enfoques económicos opuestos (como lo son el estatismo y el modelo actual), sino también por configurar un panorama que poco a poco se está percibiendo en el Perú: el pesimismo, la derrota y un sentimiento de que la democracia le está fallando a muchos peruanos. En ese contexto, algunas personas creen que los grandes cambios del Perú dependen de grandes personajes y que el actuar individual de un ciudadano en su entorno no puede hacer mucho. ¿Es esto cierto? ¿Nosotros no podemos influir en el destino de nuestro país? El siguiente artículo abordará brevemente un repaso sobre el concepto de populismo, su relación con las elecciones de este año y realizará un llamamiento público a no perder la esperanza
¿En qué momento se había jodido el Perú? Esta pregunta planteada por muchos autores, pero icónicamente recordada por ser proferida por Zavalita, personaje principal de la obra Conversación en la Catedral de Mario Vargas Llosa, es una de las frases más entrañables de las letras peruanas y refleja la letanía que por más de 190 años distintos zavalitas, ciudadanos peruanos de distintas épocas, han expresado. La importancia no es poca y se vuelve un imperativo analizar la frase. Para comenzar, las primeras tres palabras expresan un punto específico en la historia porque hacen referencia al momento, aquel punto de inflexión que marca un antes y un después. De la misma manera, “jodido” es una forma de mencionar jocosamente la existencia de una situación adversa de la manera más criolla posible. Finalmente, ¿qué es el Perú? El Perú es una república; es decir, una forma de autogobierno donde el poder emana del pueblo y es del pueblo. ¿Qué situación ha llevado a que la forma de gobierno en el Perú se “joda”? No existe una respuesta concreta porque no depende de un solo factor sino de varios (corrupción, desigualdad, alcance estatal reducido, etc.) que confluyen al unísono en situaciones poco favorables para la ciudadanía. Esta exige válidamente cambios y se plantea de una u otra manera si en algún momento su situación se podrá “desjoder”. En tal escenario, existe la posibilidad de que erijan alternativas populares para las masas, con discursos emocionales que planeen “desjoder” al Perú y que, en vez de solucionar los problemas, embargarán el futuro del país. Tras un clamor fervoroso de una ciudadanía que exige cambios puede aparecer una tentación populista.
¿Qué es el populismo? Es un término muy complicado de definir porque hay demasiadas connotaciones. Sin embargo, Vergara (2007), parafraseando a Alan Knight, nos brinda una buena aproximación: “…el populismo es más un estilo de hacer política que una categoría política.” (p.54). Y esta forma de hacer política se basa en el actuar de un líder que, bajo promesas poco viables y carentes de sustento técnico, trata de llegar al poder. (Ungureanu & Serrano, 2018) Es importante resaltar que este líder se suele basar en discursos que apelan a las emociones antes que a los argumentos objetivos con el fin de encandilar a los electores y obtener votos. Asimismo, el término populista es tan maleable que existen ejemplos observables desde todos los ejes políticos y encontrarlos en la historia peruana no es raro: Alan García (1985-1990), Alberto Fujimori (1990-2000), etc. Esta forma de hacer política en un país es desfavorable porque los ciudadanos, al guiarse por discursos ausentes de sentido racional, validan posturas que resultan inviables por más justas o solidarias que parezcan. Existe un excelente dicho: “el infierno está lleno de buenas intenciones”. Esta frase se puede extrapolar al caso del populismo, ya que por más que una iniciativa parezca justa, si está elaborada de una manera incorrecta, originará un perjuicio a la sociedad.
¿Existe una tentación al populismo? Sí. Se prefiere delegar el poder a un futuro gobierno que propone cambiar el statu quo independientemente de la posibilidad de que vaya realizar un cambio correcto y consciente. Total, ¿si no se ha tenido resultados antes apostando por planes viables por qué no darles la oportunidad a otros? ¿Qué podría perderse? Se podría incluso validar posturas autoritarias si estas consiguen los objetivos planteados independientemente si socavan la democracia (Heiss, 2020). Más aún, se cree que para cambiar el Perú se necesita solo de un grupo reducido de personas en el Gobierno, que a veces suele parecer tan lejano, sin tomar en cuenta que la patria somos todos. Por ejemplo, el 16 de abril, cuando los medios de comunicación confirmaron que pasaban a segunda vuelta Castillo y Fujimori, una gran parte del país se desilusionó con el resultado, trató de conjeturar distintas estrategias para jalar agua para su molino y evitar así una posible “catástrofe comunista” o una “dictadura keikista”. Parece que la visceralidad vino antes que la racionalidad e implícitamente se comenzó a dar apoyo directo a tal o cual persona sin siquiera analizar la viabilidad de sus propuestas.
A semanas de las elecciones, en vez de exigir un proyecto país correcto y propiciar que les cueste obtener votos a los candidatos, se les está brindando una defensa acérrima a sus postulados sin mayor profundización en estos. Por ejemplo, las redes sociales son una clara muestra de fervorosas defensas a Pedro Castillo o Keiko Fujimori sin mayor detenimiento en expresar por qué están de acuerdo. Es más, de ser cuestionados para que profieran un argumento mostrando el porqué de su elección las respuestas suelen variar entre ser “Fuji Troll” o “Castillo lover” tan solo por exigir un mínimo de coherencia. En la misma línea, Ortiz, Reisman y Villar (2021), luego del debate de Chota, analizaron en un artículo la viabilidad de lo proferido por los candidatos en temas de salud, economía, seguridad, etc. y el resultado fue realmente desalentador. Muchas de las propuestas de ambos candidatos son simplemente reduccionistas, imposibles o, de ser factibles, el beneficio es menor que el perjuicio. No obstante, persisten aún un grupo de ciudadanos que defienden a ultranza a su candidato a sabiendas de que sus propuestas no son del todo correctas.
Una vez, Santa Teresa de Calcuta dijo que “a veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota”. ¿Somos conscientes del poder que tenemos cada uno por el solo hecho de existir? ¿Por qué creemos que solo un puñado de personas puede cambiar el rumbo de las cosas? ¿Por qué pensamos que nuestro actuar como ciudadanos se circunscribe solo al sufragio? ¿Seremos conscientes de que el cambio empieza desde nosotros? La historia nos ha demostrado que las grandes transformaciones suceden desde colectivos y estos colectivos están formados por individualidades que actúan con un objetivo específico. No se puede esperar que los políticos destierren la corrupción si la sociedad la acepta y la realiza. No se puede esperar un mundo pacífico si los propios ciudadanos se agreden entre ellos. No se puede esperar vivir en democracia si se ataca a las personas por pensar distinto y se busca censurarlas. No se puede esperar que el mundo cambie sin tratar de provocar esos cambios nosotros mismos.
No se puede esperar… no se puede esperar. Cuando seamos conscientes de que la patria somos todos, que la fraternidad entre pares debe primar y que este país está construido no por una persona sino por una argamasa de corazones ávidos de cambio, se tendrá la posibilidad coherente de transformar el destino de la nación. Es importante mencionar que el deseo de cambio debe manifestarse en una actitud transformadora racional y esto solo se puede dar si nos hacemos cargo del resultado, bueno o malo, de nuestras decisiones. Es sólo en el momento en que uno se percata de que su elección tiene peso, que dejará la visceralidad y optará por la racionalidad, porque no está en juego algo efímero cuyo resultado no involucra a alguien importante, sino algo tan cercano y valioso como es el prójimo. Cambiar el país no depende de un gran hombre o mujer, sino de grandes hombres y mujeres. ¡Depende de ti! Independientemente del resultado de las elecciones y lo que emocionalmente puede hacerte sentir, recuerda que todos hacemos patria desde nuestra trinchera y que el deber de hacer este un mejor país para todos recae bajo nuestros hombros.
Bibliografía:
Heiss, C. (2020). Populismo y desafíos de la representación política en las democracias contemporáneas. Revista de Sociología, 35(2), 30-41. 10.5354/0719-529X.2020.58646
Ortiz, S., Resiman, A. & Villar, P. (9 de mayo de 2021). Debate en Chota: La viabilidad de las ideas expuestas por Pedro Castillo y Keiko Fujimori [ANÁLISIS]. El Comercio.
Serrano, I. & Ungureanu, C. (2018). El populismo como relato y la crisis de la democracia representativa. Revista CIDOB d’Afers Internacionals, 119, 13-33. Jstor Journals Base de datos.
Vargas Llosa, M. (2015). Conversación en La Catedral. Perú: DeBolsillo.
Vergara, A. (2007).Primera parte- Estado y Nación: de la maduración al apuro. En Ni amnésicos ni irracionales. Las elecciones peruanas de 2006 en perspectiva histórica (pp. 31-48). Lima: Solar.